Se han encontrado en múltiples ocasiones en la Liga, Copa del Rey, Supercopa de España, Liga de Campeones, Copa de la Liga y diversos torneos amistosos. El Clásico entre el Real Madrid y el Barcelona ha presenciado innumerables enfrentamientos a lo largo de los años, y el próximo 28 de octubre se escribirá un nuevo capítulo en su historia.
1902: El Comienzo
Todo en la vida tiene un comienzo, y los enfrentamientos entre el Real Madrid y el Barcelona encontraron su origen en el Hipódromo de Madrid a principios del siglo XX. En mayo de 1902, se celebraba la coronación del rey Alfonso XIII. El día 13, tres días antes de este grandioso evento, se llevó a cabo un torneo en las instalaciones del hipódromo, que en su zona central había sido adaptado para el novedoso deporte llamado «foot-ball». En este torneo participaron el Vizcaya, el New Foot Ball Club de Madrid, el Club Español de Foot Ball de Barcelona (sí, el actual Espanyol) y los equipos que hoy conocemos como el Real Madrid Foot Ball Club (que aún no era «Real») y el Foot Ball Club Barcelona, bajo las denominaciones de la época.
En la segunda confrontación de la competición, durante la mañana del 13 de mayo, los dos equipos se enfrentaron, resultando en una victoria para el Barcelona por 1-3. Los goles fueron obra de Stemberg, quien anotó dos, y otro de Gamper. En aquellos tiempos, la rivalidad entre ambos equipos no ardía con la misma intensidad que en la actualidad.
El 11-1
A pesar de algunos enfrentamientos a mediados de la década de 1910, uno de los episodios que intensificó la rivalidad entre el Real Madrid y el Barcelona ocurrió en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Generalísimo 1942-1943.
En el encuentro de ida, que se jugó en Les Corts, el Barcelona ganó de manera convincente con un marcador de 3-0. Aparentemente, no hubo incidentes importantes más allá de las habituales provocaciones hacia el eterno rival que suelen darse en este tipo de partidos. Sin embargo, los periódicos madrileños de la época exageraron la situación, contribuyendo a crear un ambiente enrarecido de cara al choque de vuelta.
La llegada de la expedición del Barcelona a la capital fue marcada por un ambiente hostil. El autobús en el que viajaban fue objeto de pedradas, y los miembros del equipo fueron acosados por la multitud. El público recibió a los jugadores con silbatos, y el Ejército incluso ingresó en el vestuario del Barcelona para advertirles que no podían garantizar su seguridad en el estadio de Chamartín.
El resultado final de ese partido fue de 11-1 en favor del Real Madrid, y este incidente condujo a la dimisión del presidente del Barcelona y a la retirada del carnet de periodista del cronista del periódico ‘La Prensa’, Juan Antonio Samaranch.
Las botellas vuelan
En la actualidad, si planea asistir a un partido de la Primera División y desea llevar consigo una botella de cerveza, lamentablemente no será posible. Incluso si lleva una botella de plástico de agua, le quitarán el tapón. Sin embargo, hubo un tiempo en el que las botellas aparecían en las gradas.
En julio de 1968, estas botellas se convirtieron en objetos peligrosos que pusieron en riesgo la seguridad de los protagonistas durante la final de la Copa entre el Real Madrid y el Barcelona en el estadio Santiago Bernabéu. El Barcelona ganó ese partido 1-0, gracias a un autogol de Zunzunegui, jugador del Real Madrid. Sin embargo, los jugadores del Real Madrid protestaron las decisiones del árbitro balear Antoni Rigo, llegando al punto de que desde el sector mayoritario de la grada blanca se empezaron a lanzar botellas al campo.
Los culers en cibeles
El Clásico ha sido testigo de resultados asombrosos en diversas ocasiones, pero uno de los más memorables ocurrió en la noche del domingo 17 de febrero de 1974. Era un partido televisado en una época en la que solo se transmitía en directo un encuentro los domingos a las 20.00 horas.
En ese momento, el Barcelona estaba compitiendo por el campeonato con el Atlético de Madrid, mientras que el Real Madrid estaba un poco rezagado en la clasificación. Sin embargo, lo que sucedió esa noche se convirtió en un hito, ya que el equipo dirigido por Rinus Michels logró una impresionante victoria por 0-5. Asensi, con dos goles, Juan Carlos, Cruyff y Sotil fueron los autores de esos cinco goles que dejaron huella en la historia del fútbol y que incluso inspiraron una canción de ‘La Trinca’.
Se dice que los pocos seguidores del Barcelona que viajaron con el equipo celebraron esa «manita» en el lugar tradicional de las celebraciones madridistas, La Cibeles.
El primer clásico un viernes
Hoy en día, nos hemos acostumbrado a ver partidos de la Liga en diferentes días de la semana. Incluso en los fines de semana, los partidos se programan para los viernes y los lunes. Normalmente, los Clásicos suelen jugarse en sábado o domingo cuando la jornada es de fin de semana. Sin embargo, en 1976, se tomó la inusual decisión de programar el partido en un viernes, un día atípico para los enfrentamientos de la Liga.
Inicialmente, el partido estaba programado para el sábado 1 de mayo. Sin embargo, aquel Primero de Mayo era el primero después de la muerte de Francisco Franco, y las autoridades policiales consideraban que podría ser un día complicado debido a posibles disturbios, lo que podría afectar a la seguridad durante el partido en el estadio Santiago Bernabéu.
Ante la solicitud de las fuerzas de seguridad, la Federación Española de Fútbol y los clubes accedieron a adelantar el encuentro al viernes, a las 21.00 horas.
Un clásico sin cámaras
En 1984, antes de la proliferación de canales privados y con TV3 dando sus primeros pasos, surgió un conflicto que resultó irresoluble. El sorteo del calendario de la liga había deparado un enfrentamiento entre el Real Madrid y el Barcelona en la primera jornada. Sin embargo, cuando llegó la fecha del partido, el Real Madrid anunció que no solo se opondría a la transmisión televisiva del partido, sino que también prohibiría la entrada de cámaras para grabar imágenes del encuentro.
TVE y TV3 no pudieron obtener acceso al estadio, lo que significó que los espectadores tuvieron que conformarse con seguir la narración radiofónica del Clásico. En aquel momento, el programa Estudio Estadio no pudo disponer de imágenes en directo del partido, pero días después se difundió un video que mostraba los tres goles, grabados desde cámaras ubicadas cerca de ambas porterías.
Celebraciones Históricas
En los Clásicos, los futbolistas a menudo expresan sus celebraciones de maneras inesperadas. En el Camp Nou, los aficionados del Barcelona se sintieron molestos cuando Raúl mandó callar después de anotar, o cuando Cristiano Ronaldo miró a la grada pidiendo calma. En el Bernabéu también hubo ocasiones en las que los seguidores se indignaron, como cuando el brasileño Giovanni Silva hizo tres gestos obscenos dirigidos a la audiencia.
Y reacciones aún más memorables
Indudablemente, los Clásicos se viven con una pasión desbordante en las gradas. En ocasiones, esta pasión se manifiesta de manera estruendosa, como en la recordada pitada de 1943 o en el recibimiento a Figo cuando vestía la camiseta del Real Madrid. No obstante, también es importante reconocer que ambas aficiones han sabido reconocer y premiar a aquellos que han protagonizado momentos memorables en el terreno de juego en algunas ocasiones.
Todavía se recuerda el aplauso que el Camp Nou brindó al lamentado Laurie Cunningham en la década de 1980, tras una destacada actuación en un enfrentamiento entre el Barcelona y el Real Madrid. En el Santiago Bernabéu, Diego Armando Maradona mereció un reconocimiento similar después de anotar un golazo en un partido de la extinta Copa de la Liga.
No obstante, la ovación que permanece más fresca en la memoria fue la que recibió Ronaldinho Gaúcho durante un enfrentamiento entre el Real Madrid y el FC Barcelona. El Barcelona ganó de manera contundente con un marcador de 0-3, iniciado por Eto’o y rematado por el brasileño con dos goles magistrales. Tras su segundo gol, la afición blanca estalló en aplausos, y las imágenes televisivas capturaron a dos de estos aficionados reconociendo el genio de un jugador inolvidable.